INTRODUCCIÓN

Bienvenid@!!He pensado en hacer este blog para ir reflejando ya sea por escrito, con fotos o vídeos ( si me lo permite la conexión a internet) todo lo que me está ofreciendo este bello país.


El día 7 de Octubre arribé a Ghana para colaborar con una ONG llamada EVANG Ghana, que lucha para ofrecer una educación de calidad a los niños del distrito de Keta al sureste del país y conseguir frenar todo tipo de violencia.


EVANG Ghana es una ong muy pequeñita y ahora mismo solo estoy yo como voluntaria y me aloja una familia del poblado. En esta zona hablan Inglés y Ewe, el idioma local.



He de reconocer que antes de pisar Ghana sentía temor por lo que podía encontrarme.Al fin y al cabo es una cultura muy distinta a la nuestra, era la primera vez que me iba a vivir a otro continente yo sola, en casa de una familia con pocos recursos,sin apenas manejar el inglés y pretendiendo cambiar algunas malas costumbres en pro de la no violencia siendo yo la forastera.Pero integrarme en el cole fue lo más fácil y ya el primer día estaba dando clase de inglés,creative art, science,..y hasta español!!Los niños y los profes son adorables y yo encantada de estar aquí dando lo mejor de mi.

Dicen que la gente de Ghana es muy amable y cercana y puedo dar fe de ello.


No todo fue fácil al principio y en alguna ocasión estuve apunto de tirar la toalla sobretodo cuando llevaba dos semanas con descomposición y en el colegio no hay nada que se parezca mínimamente a un baño.Todo está cubierto de arena, ideal para las necesidades de un gato pero no para mi.Cuesta un poco adaptarse cuando estás acostumbrada a ciertas comodidades, a un tipo de comida, a cocinarte tú y a comprarte tus cosas, a hablar en tu idioma o con gente más afín a ti o en tu misma situación,a tener todo lo que necesitas a mano,a tener agua y electricidad siempre,a encontrarte baños debidamente equipados, a pasar desapercibida..ésto último la verdad es que llega un punto en que te sientes tan observada que es agotador y a veces incluso te produce desconfianza viajando sola por el país y siendo evidente que eres nueva en el terreno y no sabes ni cómo funciona el transporte público.Pero todo esto forma parte del viaje y la emoción de adentrarte en tierras desconocidas no?


Ya llevo unos días aquí en Keta y, como digo,voy a ir contando en este blog mis aventuras por aquí así que si te interesa, viaja conmigo!Me alegro de que hayas llegado hasta aquí..keep going?

Maldito Dosu!


Hoy me he levantado como cada mañana aquí en Ghana a las 6:30 para ir al cole. Me costaba caminar, algo me molestaba en el dedo pero no sabía qué era. Cuando he llegado al colegio y los peques ya estaban reunidos en un aula para el ritual de cánticos que tienen por rutina para dar gracias a Dios, me he sentado para echar un vistazo a mi pie. No pintaba muy bien, tenía pus, pero pensé que sería un pinchito sin importancia y podría sacármelo al llegar a casa con unas pinzas y desinfectante. Es cuando uno de los profesores se ha acercado, ha echado un vistazo a mi dedo y me ha dicho que era un bicho que llaman Dosu. Por lo visto es un bicho que se encuentra en la arena. Podría decirse que el 80 por ciento de la región donde me encuentro es arena de playa. Siéntate y pon los pies en alto, me dijo el profesor, ese bicho se alimenta, crece y pone huevos en la parte interna de la piel y si no se saca a tiempo te tienen que cortar el pie, dijo otra profesora.
Ante esta noticia que me alarmó bastante propuse ir al médico ya que pagué un seguro antes de venir a Ghana pero me dijeron que podían sacármelo ellos y que el médico no iba a hacer nada más que darme medicina. Estaba estupefacta, no podía entender cómo algo que habían pintado tan peligroso hasta el punto de poder amputarte,no podía curarte un médico. Cuando estas en un sitio tan salvaje y vulnerable a la vez y que desconoces por completo, no tienes la más remota idea de qué hacer, a qué agarrarte,en una situación tan singular y decisiva. Esperé a que mi intuición me dijera algo con urgencia..pero fue en vano, de modo que me entregué en manos de esos que, a la vista, parecían saber más que yo, aunque bastante escéptica. Unas de las chicas cogió un palo, lo afiló con una cuchilla que utilizan en el cole para sacar punta a los lápices y con la misma cuchilla empezó a rasgar la piel y a meter el palito con la intención de sacarme el bicho que ya había puesto sus huevos. Rasgaba y cortaba la piel como si fuera una manzana. En ese momento me acordé de Cate Blanchet en la película de Babel, llena de desconfianza y de miedo,perdida y aterrada ante una situación tan extrema y ausente de autocontrol que la lleva a confiarse a aquel hombre que quería coserle el cuello. No me iba a morir, pero la sensación que me daban es que aquello no importaba mucho, al fin y al cabo, ¿qué era un simple dedito si aquello se infectara y tuviera que perderlo?.Eran tantas emociones nuevas y extravagantes las que me invadían que sólo podía intentar respirar y respirar hasta que aquello acabara. Después de dejarme el dedo pelado y en carne viva (ésta vez parecíase a un plátano),y aparentemente haber sacado el bicho y sus huevos, me echó un puñado de sal y cubrió el dedo con un venda. Sí, vi las estrellas y el astro sol todos juntos, pero todo había acabado y estaba deseando irme a casa, conseguir por el camino algún desinfectante y lavarme bien con agua y jabón. Entonces descubrieron nuevos bichos, también en el otro pie. No podía dar crédito a lo que me estaba pasando. Decidí entonces llamar a mi seguro. Después de dar todos los datos de mi póliza me dijeron que esperara media hora a que volvieran a llamarme, ésta vez desde Ghana. Esos minutos fueron eternos. En mi cabeza no cabía más duda y desconcierto y no podía parar quieta de los nervios que me llevaban constantemente a agitar las piernas. Escribí por el móvil con la necesidad de desahogo. Pasó casi una hora y decidí volver a llamar a España. Me comunicaron que el hospital donde podía acudir estaba a casi 200km de modo que descarté esa opción, no podía ir caminando por arena hasta la carretera principal con el dedo como una “botifarra” y coger un trotro sucio y lleno de gente y que tampoco me dejaría en la puerta del hospital. Así que quedé en ir a un médico más cercano y pagarlo esperando el reembolso del seguro más adelante. Entonces uno de los profesores me acompañó a una clínica cercana. Era una casa con sus respectivos sofás y televisión y lo único que te hacía adivinar de la existencia de ese sanatorio eran los uniformes de las enfermeras. Mi compañero habló con ellas en ewe, su idioma local, yo no podía entender nada así que intentaba descifrar su lenguaje corporal..de pronto vi cómo se reían y me miraban, todos en la sala de espera me miraban. A veces parece que no han visto en la vida un blanco pero esta vez no parecía que me miraran por ello si no más bien por acudir al médico sin estar muriéndome. Esperé impaciente toqueteando el móvil hasta que me hicieron pasar a la consulta. Saludé al doctor, me senté y le explique el motivo de mi visita. La mesa estaba llena de cosas, papeles por todas partes, libros, varias calculadoras, una linterna y hasta una lata abierta de conserva. El doctor me miró callado durante varios segundos sin yo poder adivinar ésta vez el gesto de su cara, lo cual me hizo dudar si me había entendido bien, pero aguante el incómodo silencio esperando alguna reacción. De pronto me hizo una señal para que me acostara en la camilla sin romper su mutismo. Me descubrí los pies y me recosté. De pronto reparé en que había una almohada amarillenta para descansar la cabeza pero preferí sostenerme con los brazos. Por fin me dijo algo que no entendí, parecía una palabra propia de su lengua, le miré extrañada y replicó de nuevo (sin perder su reposo) que si me curaba, luego me iría con el pie descubierto de nuevo por la arena a riesgo de infectarse. Yo no sabía ya cómo controlar mis nervios y la ansiedad que me estaba entrando: pues haga usted lo que tenga hacer, cúreme y véndame si es necesario,please,you are the doctor!!.Así que cogió la linterna agitándola un poco antes, no fuera que las pilas fallaran,y echo un vistazo a los pies. Le dijo algo a la enfermera y ésta me dijo que me calzara y la siguiera para ir fuera. Yo no podía entender cómo me estaban haciendo poner de nuevo las sandalias y tener que pasar de nuevo por la arena, ¿es que fuera era el sitio más adecuado para curarme?. Cuando parece que las cosas empiezan a parecerse un poco a lo “normal” de repente te saltan con algo surreal y te das cuenta de que estas en África y aquí no funciona nada como estas acostumbrada. Te sientes impotente y vulnerable y te tienes que olvidar de tu manía de controlarlo todo, pero está en riesgo tu salud, y no resulta nada fácil digerir estos acontecimientos.
Ya bajo la sombra de un árbol, la enfermera destapome la venda que me puso la profesora y echó un vistazo al pie. Cogió una cuchilla que ya me resultaba familiar aunque no por eso sentí confianza y empezó a pelarme la parte trasera de otro dedo.
Podría decirse que los ojos resultan mas útiles y son más importantes que los dedos del pie, sobretodo de un meñique, pero lo sientes tan alejado a pesar de ser parte de ti y tan delicado y sensible que sufres como una madre protegiendo su retoño. Y te das cuenta de que lo quieres mucho. Lo quieres contigo. Y rezas porque esa enfermera que lo manipula tan dudosamente esté haciendo lo correcto.” Why are you cutting without cleaning before?”,dije exaltada. Mi inglés no es bueno y a menudo cambio el orden de las palabras,pero me hago entender, y no quería ser ruda pero no podía comprender esa falta de limpieza en una clínica. Intenté explicar cómo se hacen las cosas en Europa,le dije que había estudiado algo parecido ( sin especificar que era quiromasaje), que mi madre trabajaba en un hospital y que sabía que cómo mínimo se debe limpiar la zona antes, pero resultó tarde e inútil. Me rendí. Decidí no mirar, decidí respirar hondo y divisar el cielo y el frondoso árbol que quedaba arriba de mi cabeza. Puse mis brazos cruzados sobre mi cuello. Encontré a mi lado a un niño delgado tumbado sobre la arena. Decidí coger el móvil y tomar algunas fotos. Tenía que distraer la atención para aminorar el dolor y el desasosiego pero resultaba casi insufrible. Entonces la enfermera me lanzó una pregunta que volvió a desatar mis nervios: ¿Tienes algún bicho más?. “No lo sé, no conozco ese bicho, es usted la que tiene que mirarme,la que tiene mis pies delante, yo no soy la enfermera, por favor, míreme usted bien”, repliqué perdiendo casi la paciencia y mi inglés. De modo que me sacó alguno más de otro dedo y finalmente cubrió cada uno con unas ramitas que parecían azafrán, “what´s that?”, pregunté ya con cierta desgana y abatimiento, “yodo”, me dijo. El yodo sí sabía lo que era aunque nunca lo había visto en forma de hierba o alga.
Volví a la consulta del doctor, me dio un poco de amoxicilina, unas pastillas para el dolor, me hizo la factura y me dijo que volviera mañana.
No sé cómo llegue a casa caminando por la arena caliente con los talones pero al fin llegué. Lavé mis manos y mi cara reiteradamente. Sentía su efecto calmante más placentero que nunca. Me puse calcetines, barrí mi habitación para quitar cualquier resto de arena y me tumbé en la cama.


Todavía azorada y vigilante, después de ver mis dedos negros, me cuesta digerir lo que ha pasado y sólo espero que mis heridas cicatricen, que la infección se cure y si queda algún bicho muera con el antibiótico y esto sea sólo un susto, una anécdota, un recuerdo sólo grabado en mi memoria y no en mi cuerpo como temí.